Dios los bendiga hermanos, llevamos tres programas estudiando la triste vida de Sansón. Un hombre con un potencial enorme totalmente desaprovechado. “Más los filisteos le echaron mano, y le sacaron los ojos, y le llevaron a Gaza; y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel.” Jueces 16:21
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¿Podía ser humillado aún más? ¿Cómo nos sentiríamos nosotros? Lo que sigue nos oprime el corazón “los filisteos se juntaron para ofrecer sacrificio a Dagón su dios y para alegrarse; y dijeron: Nuestro dios entregó en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo… cuando sintieron alegría en su corazón, dijeron: Llamad a Sansón, para que nos divierta. Y llamaron a Sansón de la cárcel, y sirvió de juguete delante de ellos; y lo pusieron entre las columnas.” Jueces 16:23,25 No solo se burlan de Sansón, también lo hacen del Dios de Israel. El que había sido elegido para ser el terror de los filisteos de héroe se convierte en el bufón de la corte.
Antes de continuar no quiero dejar pasar por alto un detalle importante y es el verso 22: “Y el cabello de su cabeza comenzó a crecer, después que fue rapado.” No dejo de preguntarme por qué los filisteos no lo mantuvieron rapado. Lo más probable es que pesaran que ya estaba vencido, humillado, ciego, preso, encadenado, para ellos era un juguete.
¿Pero para Sansón qué significaría? Tenía dos opciones creer lo mismo que los filisteos pensaban, ya estaba derrotado, o conforme iba palpando su pelo crecer, renacer una esperanza en su corazón, renovar su relación con Dios, ejercitar su espíritu conforme ejercitaba su cuerpo en el molino de la cárcel.
Hermanos cuando por causa de nuestras malas decisiones o nuestros pecados tocamos fondos tenemos las dos mismas opciones que Sansón lloriquear y lamentarnos porque damos por perdida la guerra o pensar que solo fue una gran batalla, no todo está perdido no perdamos la esperanza.
“Sansón dijo al joven que le guiaba de la mano” Jueces 16:26 el hombre que peleo con un león, que derroto solo a tantos filisteos, ahora necesita que un muchacho le sirva de guía. “Acércame, y hazme palpar las columnas sobre las que descansa la casa, para que me apoye sobre ellas. Y la casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los principales de los filisteos estaban allí; y en el piso alto había como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Sansón.” Jueces 16:26,27
Vamos a cerrar los ojos e imaginarnos la escena, escuchamos las voces de miles de hombres y mujeres burlándose, gritando improperios, riéndose, va a tientas tropezando con escalones, estatuas, recibe empujones, está totalmente desorientado. Sin nadie que lo aliente, lo consuele, sin que el Espíritu de Dios este con usted… Se siente SOLO. ¿De dónde sacar fuerzas en una situación así? ¿Cómo dejar de ser el bufón de la corte para ser lo que Dios desea?
“Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos.”
Jueces 16:28
Cuantas veces habrá examinado su vida en retrospectiva, se habrá dado cuenta que le había fallado a Dios, su pueblo y su familia. Cuantas veces habrá pedido perdón. Esta oración es diferente, concisa, primero reconoce que Sansón sin Dios no es Sansón, su fuerza no está en sus músculos, o en algo místico de su pelo, su fuerza proviene de Jehová de los ejércitos. Él no dice ya tengo mi pelo de vuelta ahora te toca a ti cumplir tú parte, el ruega con humildad su ayuda por una única vez.
“Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida.”
Jueces 16:30
Sansón es un hombre igual que nosotros. Pertenecía al pueblo de Dios, el Señor le había dado una misión desde antes de nacer, le dio lo necesario para llevarla adelante y su Espíritu le acompañaba cuando era necesario. A pesar de eso extravió su camino, se dejó engañar por el pecado, se contamino con el enemigo, pensó que tenía la situación bajo control y que a pesar de su actitud Dios no lo abandonaría.
Sus decisiones y su pecado tuvieron resultados desastrosos para su vida. Fue tomado prisionero, quedo ciego, esclavo y fue tomado como el bufón e la corte. Como dijimos tenía dos opciones darse por vencido o reconciliarse con Dios y pelear. Escogió restablecer su relación con Dios y pelear; convirtiéndose en mártir, uno de los del salón de la fama de Hebreos 11.
Spurgeon nos comenta:
“Él tiene muchos tristes defectos y fallas, pero su corazón es el correcto hacia su Dios; él si confía en el Señor, y él si se da a sí mismo como un hombre consagrado para el servicio de su Señor, y, por lo tanto, él es salvo.’ Veo el caso de Sansón como una gran maravilla, puesta en la Escritura para el ánimo de grandes pecadores.”
Como cualquiera de nosotros añadiría.
Hermanos como Sansón no nos demos por vencidos, no entristezcamos más al Espíritu Santo que está en nosotros, levantémonos y continuemos peleando la buena batalla de la fe.