Era la tarde del primer día de la semana y dos discípulos se dirigían a una ciudad cercana a Jerusalén, Emaús a unos 17 km para algunos la actual Kubebe (Pfeiffer, 1966) en algún punto del trayecto Jesús se acercó a ellos. Los dos “iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido.” ¿Qué cosa? La esencia misma del evangelio (1 Corintios 15:1-5) que había acabado de ocurrir la muerte, sepultura y resurrección de Jesús que ellos sencillamente no acababan de creer. Como es posible que el Señor caminará a su lado y no se dieran cuenta. Lucas nos dice “los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen”
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