Era la tarde del primer día de la semana y dos discípulos se dirigían a una ciudad cercana a Jerusalén, Emaús a unos 17 km para algunos la actual Kubebe (Pfeiffer, 1966) en algún punto del trayecto Jesús se acercó a ellos. Los dos “iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido.” ¿Qué cosa? La esencia misma del evangelio (1 Corintios 15:1-5) que había acabado de ocurrir la muerte, sepultura y resurrección de Jesús que ellos sencillamente no acababan de creer. Como es posible que el Señor caminará a su lado y no se dieran cuenta. Lucas nos dice “los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen”
Las palabras de Jesús deben haber retumbado en sus oídos y sus corazones cuando les dijo: “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.”
No por gusto cuando le conocieron el evangelista nos dice: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” la velocidad promedio de un hombre a pie es de unos 5 km/h por lo que deben haber conversado algo más de una hora como mínimo.
Siempre me he preguntado ¿Cuáles serían las escrituras que les mencionaría Jesús? Aunque no sabemos si podemos aventurarnos hacer algunas conjeturas. Antes pensemos dos cosas, primero fueron del Antiguo Testamento y segundo a pesar de ser Dios el uso las Escrituras que conocían y el mismo había dado para convencer aquellos hombres. Sigamos su ejemplo en cualquier tipo de controversia, la escritura primero y más nada.
Comencemos por la presentación de su ministerio en Nazaret donde cita Isaías 62:1,2; 58:6 es un resumen de lo que fue su ministerio para decir “¡Este es el tiempo que Dios eligió para darnos salvación!” TLA él se sienta todos están expectantes a lo que tiene que decir “Hoy se ha cumplido ante ustedes esto” TLA esto era una prueba más que suficiente para decir que era la cimiente prometida a Abraham en la que serían bendita todas las naciones Génesis 12:3. Dios siempre prometió un salvador que restauraría la relación entre Dios y la humanidad caída.
La promesa fue confirmada a Isaac y Jacob. Este último patriarca al dar la bendición a sus hijos dijo que sería descendiente de Judá quién gobernaría “hasta que llegue aquel a quien le pertenece y a quien los pueblos deben obediencia” Génesis 49:10 del territorio de esta tribu en la ciudad de Belén el profeta Miqueas dijo “de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” Miqueas 5:2
Es el profeta Isaías quien dice que nacería de una virgen y se llamaría Emanuel Isaías 7:14 Mateo nos recuerda que este nombre quiere decir “Dios con nosotros” Mateo 1:23. De estos días el profeta Jeremías nos dice que “Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron.” Jeremías 31:15 en referencia a la matanza de los niños Mateo 2:18.
O la huida a Egipto que profetizo Oseas 11:1 en Mateo 2:14,15.
También que donde primero predicaría sería en la región de Galilea Isaías 9:1,2 y esto para que “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.” Es la luz para los que están en tinieblas por causa del pecado es luz y vida para los que están muertos por consecuencia de sus transgresiones.
Es triste ver que a pesar de esto Isaías dice: “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.” Isaías 53:3 si es verdad que fue recibido como Rey en Jerusalén como dice Zacarías 9:9 y luego fue traicionado Salmo 41:9 por uno de sus discípulos como dice Zacarías 11:12 “Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata”.
Horas más tarde “él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Isaías 53:6 todo este capítulo es una vivida descripción de todo lo que paso Jesús esas ultimas horas desde el juicio hasta su muerte. ¿Con qué propósito tanto sufrimiento? “por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos” Isaías 53: 12
El Salmo 22 es otro que nos va hablar de esos momentos en la cruz. Desde que sería crucificado “Horadaron mis manos y mis pies” hasta el abandono del Padre “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” o el escarnio de los hombres “Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo” Salmo 22
Las escrituras te dicen que le darían a beber vinagre Salmo 69:21, su costado traspasado Zacarías 12:10, de esta forma sus huesos no serían rotos Salmo 34:20, sobre su ropa echarían suerte Salmo 22:18 y a pesar de ser un hombre pobre que no tenía más que una túnica fue enterrado en una tumba de ricos Isaías 53:9.
La muerte sería el fin de todo ¡NO! El mismo les dijo a ellos que se les daría la señal de Jonás tres días y tres noches en el vientre del pez. Ya se había dicho en los Salmos “Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo vea corrupción.” Salmo 16:10 y por último que “Subiste a lo alto” Salmo 68:18 Ascendió a los cielos. El autor de Hebreos nos va a decir “habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” Hebreos 1:3
Dios concibió un plan para el hombre desde el principio y así restaurar lo que se había perdido por causa del pecado en el Jardín del Edén. La Ley o el Antiguo Testamento sencillamente es para mostrarnos el pecado, nuestras flaquezas y debilidades, la imposibilidad de salvarnos a nosotros mismos y de esta forma llevarnos a Cristo.
Todo el Antiguo Pacto apunto señala a Jesucristo y la cruz del calvario. Tanto en uno como en otro “el justo por su fe vivirá” Habacuc 2:20 la fe en Jesús, más nadie. Dios se ocupó de dejarnos suficientes profecías y rastro en las palabras del Antiguo Testamento para que no tu viéramos ninguna duda de quién es el Mesías el ungido de Dios para reinar. Sin dudas Pedro podía afirmar rotundamente “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.” Hechos 2:36
Trabajos Citados
Pfeiffer, C. (1966). DICCIONARIO BÍBLICO ARQUEOLÓGICO (Tercera Edición 2003 ed.). EDITORIAL MUNDO HISPANO.