Estudio sobre el juez de Israel Jefte. Jueces 10 -12

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Hola hermanos continuamos estudiando el libro de Jueces. En el estudio anterior veíamos como se nos repite la misma imagen, el pueblo se aparta de Dios: Jehová envía un opresor, los hijos de Amón, que los oprimieron durante dieciocho años.

Cuanto tuvo que esperar el pueblo para dirigirse a su Señor y rogar misericordia. La respuesta de Dios inicialmente no es la que esperamos, ahora vienen a mí, vean si sus nuevos dioses les salvan, “yo no os libraré más”. El pueblo muestra frutos de arrepentimiento, botan los ídolos y restablecen su adoración.

Hemos pecado; haz tú con nosotros como bien te parezca; sólo te rogamos que nos libres en este día

Jueces 10:15

El enemigo acampa en Galaad y el ejército de Israel en Mizpa. Existe un problema las tropas no tienen un comandante y es cuando aparece el siguiente Juez. Jefte (el abrirá) era hijo de Galaad y una prostituta, sus hermanos le habían botado de casa. En la región de Tod se juntó con un grupo de hombres “desalmados” DHH y con estos forajidos se dedicaban al pillaje.

Se nos describe como un hombre “esforzado y valeroso”. Notemos que es el pueblo el que busca el nuevo líder militar. Negocia con los ancianos de Galaad que si los lleva a la batalla sería su caudillo por siempre. En sus palabras sale algo más de su carácter él dice: “y Jehová los entregare delante de mí”. Aunque los ancianos le buscaron para que fuera el jefe de las tropas y los llevará a la batalla, él sabía que la victoria no dependía de él o su ejército sino de Dios. ¿Estamos nosotros conscientes de la misma situación?

Al asumir el mando opta por la vía diplomática para resolver el conflicto y envía mensajeros. La respuesta que le trajeron a Jefté fue que los amonitas deseaban que les fuera devuelta la tierra que Israel les había quitado trescientos años atrás, cuando salieron de Egipto.

La respuesta de Jefté muestra un gran conocimiento de la historia de Israel, lo que podemos resumir en el verso que dice “Así que, lo que Jehová Dios de Israel desposeyó al amorreo delante de su pueblo Israel, ¿pretendes tú apoderarte de él?” nuevamente pone a Dios en el lugar que le corresponde, la batalla era inminente.

Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté”, Dios siempre nos da las capacidades necesarias para enfrentar la tarea que nos toca en su nombre. Aquí también se nos cuenta sobre el extraño voto que Jefté hizo a Dios si le daba la victoria.

Todo listo, la guerra comenzó “y Jehová los entregó en su mano.” El líder confió en Dios y este no le defraudó. La victoria fue grande, pero no la pudo disfrutar, su única hija salió a su encuentro a su regresó, y tuvo que cumplir el voto inoportuno e innecesario que había hecho.

Ahora el enemigo es una de las tribus de Israel, Efraín, que reclamaban porque habían ido a la guerra sin ellos, por segunda vez sale airoso Jefté en la batalla contra sus propios hermanos y trajo paz a su pueblo por seis años.

Esta es la historia de un forajido que se convierte en héroe, ¿por qué? Por su fe y confianza en Dios. Es capaz de sobreponerse a su pasado, al rechazo y la cultura de su tiempo. El pueblo había abandonado a Dios, pero este hombre no lo había hecho. Hoy la cultura y la sociedad que vivimos puede que nos haga olvidar a Dios, nos motive a dejar de darle el primer lugar, nos impulse a dejar de darle el mérito que le corresponde. Pero Jefté no lo hizo como tampoco lo debemos hacer nosotros.

A pesar de ser un hombre de fe y valiente, demostró un gran desconocimiento de la palabra de Dios y su carácter al realizar su voto y su hija pagó las consecuencias. Pero aún en este momento muestra su respeto a Dios y su palabra, lo contrario del pueblo de Israel que vivía irrespetando a Dios. Jefté cumplió.

Hermano cuán importante es que nosotros conozcamos la palabra de Dios y la pongamos por obra. Que seamos hombres y mujeres de fe. Puede que como Jefté tengamos nuestros problemas, pero eso no impidió que de forajido se convirtiera en héroe ¿y qué héroe? Uno de los del salón de la fama de hebreos 11 “32 ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté,

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