Ya hoy terminamos el libro de Jueces y lo hacemos “Tocando fondo” cuando pensamos que ya hemos visto todo, la historia nos muestra que todavía no hemos llegado al final de la depravación. Nos preguntamos esto es lo que esperaríamos del pueblo escogido por Dios, él los ha tratado como un Padre amoroso y como es que pagan.
Nuevamente en la historia participa un levita que vivía “en la parte más remota del monte de Efraín”. Recordemos que ellos eran los que había sido escogidos por Dios para ministrarle al Señor en el tabernáculo, hacer los sacrificios y enseñar su ley. Si los líderes espirituales de la nación estaban perdidos que podemos esperar del pueblo.
Esta es una dura realidad que debe servirnos de amonestación a todos.
El levita tenía una concubina, esta mujer no llegaba a ser su esposa era algo así como una amante legal. Aunque este comportamiento es común en el Antiguo Testamento no podemos decir que cuente con la aprobación de Dios.
La mujer le es infiel a su esposo y enojada regresa a la casa de su padre en “Belén de Judá”. Al cabo de cuatro meses el levita toma un criado y decide ir a buscar a su concubina ¿Cuál es su objetivo? “para hablarle amorosamente y hacerla volver” restaurar la relación que se había perdido. La mujer le hace hablar con su padre y se queda allí por cuatro días en medio de celebraciones. Cuando decide marcharse, al quinto día el padre le ruega que se quede más tiempo. Él dice “He aquí ya el día declina para anochecer, te ruego que paséis aquí la noche” el levita se niega tiene que irse ya. Esta decisión errada desencadena una serie de acontecimientos indescriptibles.
Como el padre de la joven le había advertido les coge la noche, el siervo le sugiere que pasen la noche en Jebús pero el responde “No iremos a ninguna ciudad de extranjeros” y continúan hasta Gabaa de la tribu de Benjamín.
Ya en la ciudad nadie les da abrigo para pasar la noche, lo hace un señor que venía del campo de la tribu de Efraín muy hospedador. Sus coterráneos se muestran como los impíos al no prestar ayuda a los viajeros. Cuantas veces nos ha pasado que pensamos que en la comunidad de nuestros hermanos vamos a encontrar ayuda y nos decepcionan se comportan como una persona sin Dios. Todavía jueces nos tiene mucho que enseñar.
Un grupo de hombres desalmados “Comenzaron a golpear la puerta y a gritarle al anciano: —Saca al hombre que se hospeda contigo para que podamos tener sexo con él.” Lo que nos recuerda la historia de Sodoma y Gomorra, Lot y los ángeles. Se suponía que el pueblo de Israel vivía bajo la dirección y gobierno de Dios. El contaminarse con los pueblos vecinos, practicar la idolatría, los llevo a olvidarse de su Señor y caer en la anarquía al punto de comportarse como los ciudadanos de Sodoma y Gomorra.
Podemos entender lo que el autor quiere decirnos con la expresión “En aquellos días, cuando no había rey en Israel” cuando ya casi están tocando fondo, sí porque todavía no lo han tocado, lo mejor que les podía pasar era tener un rey que pusiera orden en este asunto.
Lo que sigue nos llena de ira y aversión, el Señor de la casa propone entregarles su hija virgen y a la concubina para que sacien su lujuria. Usted sabe lo que es decir “humilladlas y haced con ellas como os parezca” el levita sin pensarlo mucho le tira a su concubina y cierra la puerta para salvarse. “y entraron a ella, y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana, y la dejaron cuando apuntaba el alba. Y cuando ya amanecía, vino la mujer, y cayó delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde su señor estaba, hasta que fue de día.” (SILENCIO) no tengo palabras para describir la rabia que siento en este momento al leer estos versos, todos los hombres de la historia son unos cobardes tanto los que abusaron de esta mujer como el levita y el señor de la casa por entregársela.
Sabe, lo peor es que el fondo de esta historia todavía nos queda lejos. Por la mañana el levita se levantó, es que el hombre se acostó a dormir después de tirar a la mujer, recogió las cosas “y salió para seguir su camino” al abrir la puerta la mujer estaba tirada allí en el piso. Recuerda lo que dijimos al principio cuando la fue a buscar para hablarle amorosamente, nadie se imaginaría lo que sucede le dice: “Levántate, y vámonos; pero ella no respondió.” (SILENCIO) creo que ponerle un epíteto a este levita sería ofender lo que tomáramos de ejemplo, que insensibilidad, que falta de humanidad, falta de todo.
La pone en su asno y se va. Y uno piensa ya esto es el fondo, no mi hermano todavía no lo encontramos. “Y llegando a su casa, tomó un cuchillo, y echó mano de su concubina, y la partió por sus huesos en doce partes, y la envió por todo el territorio de Israel.” Si fue cruel lo que le hicieron los hombres de Gabaa, coger y desmembrarla y mandar sus partes putrefactas por todo Israel es igual de cruel. Usted puede entender la indignación del pueblo cuando dice: “Jamás se ha hecho ni visto tal cosa”
Ahora si ya llegamos al fondo, no mi hermano todavía. En todo este tiempo que llevamos estudiando Jueces siempre hemos visto el pueblo dividido, las tribus luchando solas contra los opresores que atacan sus fronteras. Ahora el pueblo de Israel se une como uno solo no para luchar contra un opresor sino para luchar contra un hermano, la tribu de Benjamín.
Para evitar una guerra civil les piden a sus hermanos de Benjamín que les entreguen los hombres que hicieron esto. Uno esperaría que nadie aprobara un comportamiento tan vil, pero no, la tribu de Benjamín opta por la guerra y defender a los que hicieron tal vileza. La historia termina con la una tribu menos y movidos por la misericordia y la cordura toman las medidas para que Benjamín no desapareciera del pueblo de Israel. Que bajo han caído y así termina
En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía
Tocando fondo, es como caer en una fosa en medio del océano y nunca encontrar el lecho. El pueblo de Israel se había corrompido tanto, se había apartado por completo del camino, habían rechazado el gobierno de Dios “que cada quién hacia lo que bien le parecía”
Este levita nos llenó de rabia su comportamiento. Pero preguntémonos ¿acaso el mundo en el que vivimos hoy es diferente al de jueces? ¿Acaso siendo el pueblo de Dios no nos comportamos igual? ¿Qué nos sucede cuando nos olvidamos de Dios y de cumplir con su palabra? ¿Acaso no somos unos cobardes y cedemos a la presión que el mundo nos hace por miedo a lo que nos pueda pasar o le que podamos perder? ¿Acaso no nos comportamos como los de Benjamín que lejos de condenar el pecado lo defendemos?
A pesar de ser cristianos no nos comportamos como hijos rebeldes. Esta triste historia nos muestra lo que nos puede pasar a nosotros, el pueblo de Dios, cuando nos olvidamos precisamente de eso que somos seguidores de Cristo y nos corresponde dar luz y sabor al mundo y no permitir que esa luz se apague o nuestra sal se vuelva insípida porque entonces nosotros también estaremos tocando fondo.