Hermanos les deseo muchas bendiciones de parte de Dios en esta hora. Continuamos hablando de las mujeres que se mencionan en el linaje de Jesús. “Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara” hoy estaremos hablando de Tamar y esta extraña historia que encontramos en Génesis 38.
Lo primero extraño y mal es que con los antecedentes de Abraham buscando una esposa para Isaac, luego Isaac darle el mandamiento a Jacob de tomar por esposa lejos de Canaán encontremos a Judá buscando a una cananea por mujer. Después de sugerir la venta de su hermano José como esclavo en el capítulo anterior ahora lo vemos juntándose con este pueblo que nada tiene que ver con el Dios de Israel.
Entre Rubén que tiene relaciones con una concubina, la violación de Dina, la preferencia por José y su desaparición el liderazgo de Jacob como patriarca se vio seriamente afectado. Por esta razón es tan importante el correcto liderazgo de la familia en palabras y hechos.
Judá actúa sin una guía de su padre buscando esposa y da la impresión que tomo a esta mujer por puro instinto y atracción.
Cuando nos acercamos a Tamar y vemos que sus dos primeros esposos murieron, podemos entender la actitud de Jacob de retener a su hijo menor y darlo por esposo a ella. Al final era una mujer con la que había perdido a dos de sus hijos. Tal parece que ellas es la culpable de todo.
Si pensamos así no vamos a entender la historia. Es cierto que al menos tomó una mujer para su hijo, lo que cananea, Tamar. Pero lo que sucedió no fue culpa de ella.
Judá no educo correctamente a sus hijos y su mal comportamiento los llevo a la muerte. “Y Er, el primogénito de Judá, fue malo ante los ojos de Jehová, y le quitó Jehová la vida.” A qué punto habrá llegado la maldad de Er para que Dios le quite la vida. Es cierto que después que nuestros hijos son mayores son responsables de sus actos delante de Dios, pero nosotros los padres si somos responsables delante del Señor de la educación de nuestros hijos y no solo con palabras también con nuestro ejemplo.
Llega el turno de Onán, uno piensa que con lo que le sucedió al hermano este actué mejor. Sin embargo, no quiere cumplir con la ley de liverato y dejar un descendiente a su hermano al no querer embarazar a Tamar. Solo disfruto de tener relaciones sexuales con esta sin llegar a procrear. “Y desagradó en ojos de Jehová lo que hacía, y a él también le quitó la vida.” Su pecado no fue su control de la natalidad, sino más bien su egoísmo disfrutaba de Tamar pero no quería tener un descendiente con ella para honrar a su hermano.
En resumen, Tamar no tuvo que ver en la muerte de sus esposos, ellos actuaron mal delante del Señor y por esta razón su vida fe quitada. No era una mujer maldecida ni nada por el estilo.
Llega el turno de Sela, pero Judá no quiso cumplir con la ley todavía y le dijo a Tamar que se fuera a casa del padre hasta que fuera posible que se casaran. Este dice: “No sea que muera él también como sus hermanos” el padre Jacob no da muestra de carácter y de actuar justamente así que qué podemos esperar de sus hijos.
Sela crece y no se casa con Tamar, el engaño y la mentira es un mal en esta familia. Por lo que Tamar decide tomar cartas en el asunto y engaña a Judá haciéndose pasar por prostituta. Su suegro había perdido la esposa recientemente, quizás su nuera conocía su debilidad o apetito sexual y decide montarle una trampa. Cambia la ropa de su viudez y se pone la de prostituta con un solo objetivo en mente acostarse con su suegro Judá.
Esto nos puede parecer abominable hoy, la ley establecía que en caso de ausencia de los hijos el suegro o quién este designará debía asumir esa posición.
Apenas Judá la vio, sin reconocerla, tuvo deseos de acostarse con ella al punto de hacerle la oferta de un cabrito como para no recibir un no por respuesta. Antes de acostarse con este, Tamar negocia: “¿Qué prenda te daré? Ella respondió: Tu sello, tu cordón, y tu báculo que tienes en tu mano.”
Toma unas prendas que a la larga le salvarían la vida. Tamar sale embarazada de su suegro, cuando este se entera quería matarla como si nada. El castigo es la lapidación en este caso, pero él dice que le prendan fuego. Solamente cuando Tamar enfrenta a Judá con la verdad se da cuenta de su error y reconoce “Más justa es ella que yo, por cuanto no la he dado a Sela mi hijo.” De esta unión nacen dos niños Fares y Zara, por la línea de Fares tenemos a Booz, David y el Mesías.
Lo que hicieron los dos está mal de eso que no les quede la menor duda. Los dos usaron el engaño y la mentira hacía el otro para sacar un beneficio. Solo que Judá, como mucho de nosotros, ve el pecado del otro y no el nuestro que puede ser hasta más grande que él que juzgamos. Al menos el reconoció el suyo ¿Acaso nosotros hacemos lo mismo?
Un liderazgo o padre ausente en la crianza de los hijos, sumado a juntarse con el pueblo que Dios dijo que no se juntará guiado por sus instintos. Nos lleva al cuadro que sigue sus dos hijos mueren por causa de su pecado y mal comportamiento que lleva a Dios a quitarles la vida.
Este es un ejemplo glorioso de la gracia. Dios los escogió, a pesar de sus obras, para estar en la línea del Mesías y tener un papel en el plan de redención de Dios. Judá llego a ser la tribu más importante de la nación de Israel.
Gracias a Jesús y más allá de nuestras perversiones y pecados gozamos de perdón, salvación y vida eterna. Que esta historia nos sirva de ejemplo y advertencia de lo que nos puede suceder sino nos importa nuestro pecado o cuidamos nuestra salvación. Un recordatorio del daño que hacemos a nuestros hijos cuando no somos un ejemplo para ellos.
Oh Señor ayúdanos a no ser arrogantes con respecto a nuestro pecado y enseñar a nuestros hijos a amarte y honrarte con sus vidas porque eso es lo que ven en la nuestra. Amén.